Tuesday, July 26, 2011

San Mateo 13.31-33, 44-52 (castellano)

San Mateo 13:31-33 y 44-52

Hoy miramos cinco parábolas cortas de San Mateo 13, cada una comienza con las palabras “El Reino de los Cielos es semejante a...”

El Reino de los Cielos, la manera respetuosa de San Mateo para decir el reino de Dios, es un concepto clave del Nuevo Testamento, especialmente en la enseñanza de Jesús. No era en si misma una nueva idea para la gente judía. Fue bien conocido por los profetas del Antiguo Testamento y por escritores del periodo entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, que el Reino de Dios se establecería en el fin de los tiempos en un acto dramático por el cual Dios redimiría a sus fieles, juzgaría y castigaría a sus enemigos y haría todo nuevo. Estas no eran ideas nuevas. Lo que era nuevo, fue la declaración de Jesús desde el principio de su ministerio, en palabras y acciones, en exorcismos, en sanaciones, en conflictos con las autoridades religiosas, que el Reino ya había venido en su propia persona y misión.

Claro que los profesores de la ley y los fariseos rechazaron a Jesús y sus declaraciones y se volvieron más y más hostiles hacía el durante todo el camino hasta la cruz. Incluso para gente común, quines fueron atraídos por su mensaje y su personalidad, Jesús era un enigma. Sus declaraciones sobre el reino crearon un montón de preguntas. Sí, que había sanado al enfermo. Sí, que hablaba con autoridad. Sí, atrajo algunos seguidores. Pero todo esto parecía poco en cuanto a la llegada del reino de Dios.

¿Porque eran los judíos sujetos a la ocupación Romana todavía? ¿Por que tenían que seguir pagando impuestos injustos? ¿Por qué los líderes consideraron a Jesús como alguien inculto y ofensivo? ¿Por qué todavía se moría la gente de enfermedades horribles? ¿Cómo pudo esto ser la gloriosa llegada del reino?

La clave

La respuesta de estas preguntas y el punto clave de las cinco parábolas que estamos mirando, es la brecha entre el cumplimiento del reino de Jesús y su consumación en el fin de los tiempos. El reino esta presente, pero escondido para la mayoría de las personas mientras el reino esta creciendo, salvando a la gente del poder del mal. Solo se revela con los ojos de la fe, pero su avance es inevitable y triunfara sobre todo el mal. Esto es el único significado de nuestras cinco parábolas, cada una se enfoca a un aspecto diferente.

El grano de mostaza (v31-32)

La pregunta implícita aquí es “¿Cómo puede la gloriosa llegada del reino, previsto por profetas como un árbol donde toda la gente puede encontrar sombra, tener algo que ver con este soñador y sus andrajosos seguidores?

La respuesta es “Primero el grano diminuto, luego un árbol poderoso.” Solo porque su ministerio fue relativamente pequeño e insignificante no significa que el reino de Dios no esta presente. El crecimiento llegara, empezara debajo de la superficie, pero pronto saldrá a la luz y seguirá creciendo en influencia hasta que la profecía este cumplida y todas las cosas estén bajo del reino de Dios.

La levadura (33)

De nuevo una pregunta implícita “¿Que tiene que ver este grupo insignificante de seguidores de Jesús con la transformación del orden del mundo, lo cual esperamos poder ver cuando venga el reino de Dios?”

La respuesta se encuentra en la comparación con la levadura. Cuando se mezcla una pequeña cantidad de levadura con una gran cantidad de masa, esta se encuentra escondida y nada parece estar pasando. Sin embargo, con el tiempo la masa entera se leuda. Quizás hay un indicio, en las acciones de la mujer que mezcla la levadura en la masa, de nuestra responsabilidad de preparar un entorno donde el reino de Dios pueda crecer. Es importante para individuos y comunidades. Pero en cualquier caso es Dios quien hace crecer su reino y nada lo puede detener.

El tesoro escondido (v44)

Aquí esta el gran valor del reino de Dios que esta a la vista. Su valor es tan grande que vender todos tus bienes sería un precio muy bajo para pagarlo. Estaba pensando cuan poderosa debió ser la idea de encontrar un tesoro escondido para la audiencia de Jesús que estaba hecha de gente pobre que poseía pocas cosas. Me sacude el hecho de que gente que vive en países ricos hoy en día, con todas las posesiones que tenemos, en primer lugar no estén interesados en buscar el tesoro oculto del reino de Dios y si lo llegásemos a encontrar, tendríamos muchas cosas de las que prescindir, que abandonar, si deseáramos ser parte de ese reino.

Luego me dí cuenta que el hombre que encontró el tesoro estaba lleno de alegría y fue con alegría que el renunció a sus riquezas por el reino. Quizás tenemos que pasar más tiempo mostrando a la gente la alegría de conocer el reino de Dios – en una cultura donde la alegría es un producto excepcional, a pesar de toda nuestra comodidad material.

Si la gente conoce la alegría de formar parte del reino de Dios, renunciar a cosas materiales se hace mucho más fácil.

La perla (v45-46)

El mensaje es básicamente el mismo, enfoca el gran valor del reino de Dios. Quizás Jesús también llama la atención al hecho de que los profesores judíos de la ley y los fariseos, como este comerciante, deberían haber sido capaces de reconocer el valor de lo que estaba enfrente de ellos. A pesar de las apariencias, llegar a ser un seguidor de Jesús es equivalente a participar en el reino de los Cielos. De nuevo, esto solo puede ser reconocido a través de la fe. Esto siempre parecerá una tonterías para un cínico o un no-creyente.

Esta parábola y las previas también van en contra de nuestro sentido común que “NO deberías poner todos los huevos en la misma cesta.” En el caso del reino de Dios, un compromiso total es realmente una cosa muy sabia de hacer, porque Dios no fallará ni decepcionará a los que están comprometidos en ser su pueblo.


La Red y la Pesca (v47-50)

La expectación judía de la llegada del reino traía consigo la esperanza de una separación entre el bien y el mal y la creación de una nueva sociedad de paz y justicia. La pregunta implícita es “¿Si el reino de Dios ha llegado, por que no ha pasado esta separación?

La respuesta de Jesús muestra que el reino se puede esperar que crezca en una sociedad mixta hasta que el día cuando el juicio final tenga lugar. La responsabilidad de sus discípulos es no decidir quien es un buen pez o un mal pez, ¡es seguir pescando! El juicio es la responsabilidad de Dios, no nuestra, y se puede confiar en que Dios al final destruirá todo el mal y que traerá todas las cosas bajo su cuidado y control.

El estimulo para la iglesia

Las multitudes y los críticos de Jesús que escucharon estas parábolas por primera vez fueron desafiados a rechazarle o responder con fe. ¿Pero que pueden enseñarnos las parábolas? La iglesia en si no es el reino, pero es un signo del reino y las parábolas deberían ser un estímulo para la iglesia. Tanto la iglesia para quien San Mateo escribió como para la iglesia de hoy. Tanto si vivimos en un país donde la iglesia esta reprimida y perseguida, como si vivimos en un país como el nuestro donde es ignorada o marginalizada, podemos sacar fuerza para nuestro viaje de la certeza de que seguir a Jesús significa participar en su reino de los cielos, un reino que prevalecerá a pesar de las apariencias actuales. Lo que esta escondido a la vista, un día será revelado a todos. Ante el se doblará toda rodilla y toda lengua confesará a Dios.

Mientras estamos alrededor de la mesa del Señor, hoy, aunque seamos pocos y débiles, anticipamos el banquete en el cielo y participamos de este por adelantado. Estamos aquí, no como simples, débiles y defectuosos seguidores de un profeta muerto, si no mas bien como ciudadanos del reino de Dios, como hermanos y hermanas adoptados por nuestro Señor resucitado y Salvador.

Esta comida es una señal para nosotros y para todos los demás que tienen oidos para escuchar y ojos para ver.

No comments:

Post a Comment